Atlapexco, Hgo.- Las señales parecían estar allí: por un lado, era el sitio al que asistían los curanderos a realizar ofrendas, y por otro, meses antes de que en abril de 2024, vecinos de la comunidad de Tecacahuaco descubrieran los vestigios de un basamento de planta circular, una serpiente venadillo (o mazacóatl, en náhuatl) fue vista en el punto exacto donde los lugareños liberaron el edificio prehispánico.
Tras el reporte de este hallazgo, notificado en mayo desde el ayuntamiento de Atlapexco, suman tres las visitas de trabajo que la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y del Centro INAH Hidalgo, ha realizado con el objetivo de registrar las características del monumento y establecer las medidas para su conservación.
Durante la estancia más reciente, realizada el 15 de junio, el titular de la representación estatal del instituto, Osvaldo José Sterpone, ahondó en el registro del inmueble (de 3.5 metros de altura) y en el de otros vestigios arquitectónicos cercanos, entre ellos un juego de pelota -aún bajo manto vegetal-, de aproximadamente 18 metros de largo.Se trata, según el arqueólogo, de los primeros trabajos que el INAH emprende en Tecacahuaco, poblado de la Huasteca hidalguense, cuyo topónimo nahua se traduce como “lugar de piedra hueca”.
“Iniciamos el trabajo de fotogrametría y análisis que permitirán documentar las características de los edificios en cédulas de la Dirección de Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicos e Históricos, para así darle certeza e identidad a esta área de monumentos”.
Un eje de acción es el diálogo con la delegación de la comunidad y el comisariado ejidal de Tecacahuaco, toda vez que, ante su interés por la conservación del basamento, una opción planteada por Sterpone, es que constituyan un órgano coadyuvante con el INAH.
Entre los rasgos del edificio prehispánico destacan su bien preservada escalinata, flanqueada por dos alfardas, un paramento en posición de ‘V’, restos de un aplanado de barro y evidencias de que se trata, en realidad, de la subestructura de una construcción mayor, la cual habría alcanzado 15 metros de diámetro en su base.Aunque aún no es clara la temporalidad del edificio y del sitio en general, fragmentos de obsidiana recolectados en superficie indicarían una ocupación hacia el periodo Posclásico (900-1521 d.C.), en función de literatura arqueológica que refiere la identificación de yacimientos de ese material en lugares cercanos a Tecacahuaco, como el actual municipio de Zacualtipán.
Sterpone agrega que, si bien en la Huasteca hidalguense hay ocupaciones previas, la posibilidad de que el basamento corresponda a esa época implicaría que Tecacahuaco fue un asentamiento bajo el control del señorío de Metztitlán, hegemónico en la región durante dicho periodo.
Sitio de ancestría
A raíz de este descubrimiento, el cual se suscitó cuando un vecino del barrio de Tlamaya buscaba ampliar su potrero, los pobladores de Tecacahuaco comenzaron a indagar entre las personas mayores acerca de indicios del ahora confirmado sitio patrimonial.
Así, por ejemplo, se recuperaron las historias de un sacerdote que hace muchos años ordenó destruir unos ídolos de piedra y, también, según relata Eugenio Hernández Hernández, delegado auxiliar de Tecacahuaco -apoyado en la traducción al español por Ladislao Márquez Osorio-, de los curanderos que, hasta hace algunas décadas, acudían a lo que entonces era un lomerío para realizar pedimentos de curación.Cuando alguien enfermaba, abunda, el curandero y la persona asistían al sitio para realizar una ofrenda de aguardiente, pan o zacahuil (tamal de gran tamaño, hecho con masa de maíz y tradicional en la Huasteca hidalguense); todo en una hibridación del culto católico realizado en sitios sagrados precolombinos.
Derivado de ello, y ante el interés que han despertado el monumento circular y el sitio arqueológico de Tecacahuaco, los pobladores dialogan con el Ayuntamiento de Atlapexco y con los gobiernos estatal y federal. “La gestión de nuestras autoridades busca que el sitio se proteja, se conserve y que el INAH pueda hacer los estudios correspondientes”, finaliza Ladislao Márquez.